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Medicina Veterinaria Tradicional: Investigación buscó resignificar saberes campesinos en Pucón y Curarrehue

2 June 2022


El orégano y el canelo son algunas de las hierbas medicinales que más utiliza Pablo Neculpan, un hombre campesino de 44 años que vive en Relicura en la comuna de Curarrehue, y que las emplea en el tratamiento de enfermedades o problemas de salud en su ganado, compuesto por vacas, caballos y ovejas, principalmente.

Se trata de saberes que, tal como explica Pablo, son conocimientos que se han traspasado de generación en generación a raíz de lo que sus antepasados observaban con sus propios ojos. “Uno no necesariamente puede creer por superstición o por tincada, sino que también hay prueba en los hechos (…) esta medicina uno la iba adaptando a sus recursos para poder subsistir tanto en alimentos como en salud”.

“Mi suegro me hablaba del toronjil cuyano”, cuenta a modo de ejemplo, “contaba que en una ocasión andaba una yegua con un potrillo que estaba un poquito desnutrido, entonces la yegua, que andaba comiendo, fue a dar a un manchón de toronjil cuyano y cuando él revisó la bosta del potrillo, vio parásitos que el animal había botado ahí. Y después se recuperó”.

Esta práctica es acuñada como Medicina Veterinaria Tradicional o etnoveterinaria: aquella que surge de la práctica de campesinos y campesinas que, a través de la prueba y el error, han desarrollado sus propios conceptos y técnicas en el tratamiento y cuidado del ganado.

Un conocimiento erosionado

Sin embargo, este conocimiento se ha visto erosionado, tal como explica el investigador del Centro UC de Desarrollo Local, Tomás Ibarra. “La erosión se refiere básicamente a que el conocimiento y la práctica relacionada al mundo agrícola, se ha visto afectado por una serie de procesos históricos y contemporáneos”.

Es por esta razón que Ibarra, junto a la académica de la Universidad Austral de Chile, Carla Marchant, y la médica Veterinaria magíster en Desarrollo Rural, Fernanda Olivares, desarrollaron una investigación que buscó documentar y revitalizar este tipo de conocimientos.

Esta investigación se tradujo en un paper publicado en mayo en el Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine y que abordó la experiencia de 60 campesinos y campesinas del sur de los Andes, específicamente de los municipios de Pucón y Curarrehue, a través de entrevistas que tuvieron lugar entre diciembre de 2020 y marzo de 2021. Pero ¿específicamente qué situaciones estarían erosionando la etnoveterinaria?

Los efectos de una agricultura intensiva

Según señala Ibarra, es un proceso político y social de décadas que tiene sus bases en la Contrarreforma Agraria desarrollada en dictadura. “Se les empieza a tratar a los campesinos de agricultores y de clientes, y se da con mucha fuerza la conversión de estos hacia una agricultura intensiva y, en particular, al manejo del ganado basado en el uso de químicos o agroquímicos, entre ellos fármacos”.

Los efectos que tendría el uso de este tipo de elementos en el ganado tendrían una directa relación no solo con la pérdida de estas prácticas, sino que también con la pérdida de la biodiversidad.

Según señalan Marchant y Olivares, “estudios de nivel mundial alertan de los crecientes procesos de resistencia bacteriana y parasitaria, junto con la contaminación alimentaria y/o ambiental que genera el uso de diferentes fármacos sintéticos en los sistemas de producción animal”.

“Por ejemplo se ha estudiado que el uso fármacosm como la ivermectina, se relaciona con la disminución de escarabajos estercoleros que habitan las praderas movilizando el abono animal, asociándose a una mayor fertilidad del suelo y control biológico indirecto de parásitos en animales”, explican.

Pero para Pablo, el uso de fármacos es una forma rápida y fácil de tratar a sus animales. “Uno siempre cuida a sus animales cuando están afectados”, señala, “por ejemplo, ahora tengo un animal que tiene mucha mucosidad y para salir luego del paso, ahí vamos al fármaco”.

Políticas públicas culturalmente apropiadas

Es por ello por lo que los investigadores apuestan por el desarrollo de políticas públicas que estén en sintonía con las comunidades que se ven impactadas por este tipo de acciones y sus prácticas.

“Para que las acciones de proyectos y planes de dichas políticas públicas que trabajan con la Agricultura Familiar y el mundo rural sean exitosas”, explican Marchant y Olivares, “es necesario que estas sean territorialmente pertinentes y participativas, es decir que se realicen considerando la diversidad biocultural de las y los campesinos de cada rincón del país”.

En otros países de Latinoamérica, como Colombia, Bolivia o Perú, el desarrollo de políticas públicas con enfoque participativo, es decir que cuenten con una participación vinculante del campesinado sobre las medidas que se adopten y decidan, han dado buenos resultados al ser medidas que han involucrado a las comunidades desde el principio.

Pero para Ibarra, estas políticas públicas pertinentes con el mundo agrícola tienen que desarrollarse de manera sistémica y generalizada. “No solamente la política pública referida al Ministerio de Agricultura o al Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (INDAP), sino que también políticas educativas, económicas, que fomenten la revitalización de estos saberes, con cambios de carácter más sistémico”.

“Las políticas no tienen que quedarse en lo que fue, sino que avanzar a una estrategia de adaptación e innovación en la práctica de manejo de animales”, agrega, “para poder fomentar, incluir el conocimiento tradicional con nuevos aspectos que se han ido desarrollando en los territorios, con nuevos conocimientos, nuevas prácticas e ir pensando en el futuro de los rebaños, de la economía local y en realidad de la soberanía alimentaria local”.

Así como él aprendió de sus padres, abuelos y suegros, Pablo hoy ha trabajado estos conocimientos con sus propias hijas, traspasando estos saberes. “Una de ellas está estudiando Agronomía y a ella le voy enseñando el uso de estas hierbas en los animales”, explica.

Para el campesino de 44 años, estos son conocimientos valiosos en su subsistir y en cómo comprende su relación con el ganado, algo que, según asegura, fue un conocimiento que “siempre fue”, que siempre existió, al menos en los relatos de su familia.

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